martes, 9 de febrero de 2010

Jesús Cáceres (III)

Todavía embriagada, como una ninfa deleitada por los seductores aromas del vino de tus labios, intento seguir adelante sin ser capaz de comprender cómo mi vida ha podido transcurrir sin el aliento vital que mana de tu boca a la mía. Ahora comprendo que el misticismo que reside en el rocío de la aurora de tus ojos es el viento que empuja a los míos a contemplarte. Jesús: siento como tus toscas manos acarician las alas de mi pensamiento mientras mi cuerpo se funde con tu esencia para transformarse en un único ser que sobrevuela tu mirada buscando tu piel. Siento que mi vida ya no es mía, que mi cuerpo te pertenece y que los todos los placeres mundanos se vuelven nimios ante el irremediable sentir que provoca en mí tu mera presencia. Gracias Jesús por los momentos dados, y los que nos quedan por vivir, esperando que, por siempre y para toda la eternidad la benevolencia de tus labios inunde con caricias las entrañas de mi cuerpo, que te necesita como la agrietada tierra precisa del agua para que la vida llene de esperanzas este yerto mundo.


4 comentarios:

Rita dijo...

me da mucha pena. deberian internarlo no es normal. pobre pobre hombre

lu dijo...

Rita, no entiendes el concepto Jesús. Él es feliz, y nosotros pasamos buenos momentos junto a él. No intentes ir más allá.

Francisco dijo...

Le he vuelto a dar a mi compañera lo que has escrito y dice que ya no escribas más cosas así, que su cabeza no le da para aprendérselo y se siente mal. Me ha amenazado con cantármelo y es de la escuela de Jesús Cáceres que ha dejado discípulos por toda la geografía universal.
Si me permites Rita, solamente por lo que le ha inspirado a LU y ha escrito, merece estar en un pedestal.

lu dijo...

Si tienes la suerte de conocer a alguien de la escuela de Jesús no pierdas la oportunidad de escucharle cantar, en mi opinión eso es todo un privilegio.
Conozco a Rita y se que entenderá lo que le decimos, su mente es tan elevada como su espíritu.